Por: Martha Pérez Sánchez
Comunicadora Social – Periodista
Vivir en Bogotá es sentir una suerte de adrenalina todos los días, sin duda hay oportunidades para todos: en el rebusque, en el trabajo formal, en los diferentes espacios culturales, de esparcimiento y pese a los problemas de inseguridad y de movilidad, el frío de esta ciudad mantiene a sus ciudadanos frescos y alerta en busca de diferentes alternativas para disfrutar la ciudad o sobrevivir en ella.
La bicicleta ha sido para muchos ciudadanos la respuesta alterna para movilizarse en Bogotá; una de las principales razones es el ahorro de tiempo en los diferentes desplazamientos, porque el tiempo no es oro, sino vida, y llegar temprano al trabajo o al estudio, es mucho mejor en bici. También es una ventaja porque no se depende de nadie, sino de la resistencia y velocidad de cada uno; tampoco se agrede el espacio personal de nadie como en el caso de los trancones y los tumultos, que muchas veces llegan a generar malestar en el estado de ánimo tanto al iniciar las labores del día, como al regresar a casa.
Andar en bici hace posible que cada día se descubran nuevos lugares, nuevas calles, nuevas rutas, que hacen que la rutina cambie y más si se practica el ciclismo en los alrededores de la ciudad.
Te permite cambiar el paisaje, de pedal en pedal se van aumentando los árboles, los cultivos, la casita de barro; el aire limpio entra por la nariz y oxigena la mente, proporciona energía y nuevas experiencias.
El uso frecuente de la bicicleta mejora notablemente la condición física, fortalece el corazón, las piernas, los pulmones, el pecho, la espalda y los glúteos, además de dar alegría al corazón y despejar la mente. Se pueden enfocar los pensamientos e iniciar conversaciones consigo mismo a manera de meditación.
Según un artículo del periódico El Tiempo del pasado 14 de junio de 2017, basándose en el informe de la Secretaría de Movilidad de Bogotá, aseguran que los más de 635.000 viajes que se hacen en bicicleta ayudan a ahorrar cerca de 1.206 toneladas de dióxido de carbono (CO2). También los Días Sin Carro que durante quince años se han llevado a cabo, han tenido un impacto positivo, ya que disminuyen la contaminación atmosférica.
En los días lluviosos con capa, en días soleados con gorra, siempre con el casco y toda la buena energía que mueve los pies e impulsa este caballito de acero o de aluminio. ¡Anímate con toda a enfrentar el día a día en esta ciudad!
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