Por: P. Luis Fernando Betancourt S., SDB.
En estos tiempos de hoy, tiempos de progresos, bienestar y tecnología, tiempos de libertad y globalización, también, de divorcios y de uniones libres, tiempos nuevos, de cambios inimaginables, de revoluciones culturales, entre ellas, la ideología de género… ¿para qué enaltecer la familia si parece obsoleta o que pierde día a día fuerza y reconocimiento?
1. Escenario globalizado.
Aquí y en todas partes hay no sólo una profunda crisis, en continuo aumento, sino una preocupante verdad de a puño: conceptos y cambios dentro de la estructura familiar, antes impensables. Incertidumbre, acomodos y oscuridad en el horizonte social, manifestado en complejas y dramáticas situaciones en la cotidianidad de las parejas, tales como chantajes, desconocimiento, rechazos, maltratos, desvalorización y desafecto, promiscuidad, pornografía, cansancio, desdén, rupturas, nuevas uniones,
asesinatos y suicidios…
Las nuevas leyes, los paradigmas o modas en los distintos países, esa locura descontrolada y obsesiva, en las redes sociales y noticieros, la enorme cantidad de videos compartidos…, han afectado negativamente las mentes y las conductas respecto al concepto de familia.
Con la implementación de la tecnología en los poderosos medios masivos de comunicación, unos pocos dueños, en los diversos países y continentes, se apoderaron de las conciencias y comportamientos de los humanos, derrumbando, transformado inexpugnables murallas como las de la familia, la fe religiosa, la moral y tradiciones o costumbres ancestrales.
Utilizar la fuerza poderosamente persuasiva de la publicidad es la estrategia de dominación para lograr sus calculadas metas, caso concreto, en bancos y empresas prestigiosas.
2. Consistencia de la estructura familiar.
“La familia es escuela del más rico humanismo”, afirmó el Concilio Vaticano II, GS, 52. <<La familia, “patrimonio de la humanidad”, constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos.
Ella ha sido y es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente”>>, proclamaron los obispos latinoamericanos, reunidos en Aparecida, Brasil, en mayo 2007. Doc Ap 302.
Esa capacidad y fortaleza estructural del núcleo familiar es promulgada por los pontífices de la Iglesia católica: “La familia es la base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida”. Y también: “El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz”.
Conceptos refrendados por el Papa Francisco, citando al Papa Pablo VI en su Exhortación Apostólica sobre la familia, “La Alegría del Amor”, (No.66) : “Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su
función en el plano social”.
Entendido y vivido así, “El matrimonio no es una convicción social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque su “recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental de la misma relación de Cristo con la Iglesia”. AL, 72.
3. Compromiso para fortalecer la familia
El Rector Mayor de los salesianos, don Ángel Fernández Artime sintetizó en “¡Somos Familia!, Cada Hogar, Escuela de Vida y Amor”, el compromiso pastoral para la Familia Salesiana durante el 2017 en los distintos lugares del planeta.
Afirma el Rector Mayor que “La familia, - las familias del mundo, incluso en su diversidad-, están constituidas por personas que aman, que hablan y se comunican, que comparten y se sacrifican por los demás en el seno de la misma; personas que se defienden mutuamente y defienden la vida de los suyos”. Actas del Consejo General, 424, pág. 4.
Tomar en serio esta convocatoria a la Familia Salesiana para empeñarse en la problemática de las familias hoy, lleva al compromiso decidido y serio por un trabajo organizado en el que se dé prioridad al acompañamiento y atención a las parejas, a padres e hijos, a los adolescentes y jóvenes, como a los agentes y colaboradores en la labor educativa y evangelizar en las diferentes obras en el mundo salesiano. La vida de las familias y el buen clima familiar no es nada fácil, máxime en estos tiempos de desafecto, soledad, rutina, indiferencia religiosa, incomunicación y de amenazas tecnológicas invisibles.
La cercanía favorece siempre el diálogo, la confianza, la comprensión, el interés o empatía para generar en el núcleo familiar procesos de crecimiento, de madurez y compromiso en el campo de los valores, al igual que iniciativas y estrategias para lograrlos, destacando los de ayuda en la educación para el amor y la educación sexual de sus hijos e hijas, y un orientado proyecto de vida matrimonial.
Dentro del proceso formativo en cada familia u hogar es importante resaltar que “Hay muchos elementos ricos para compartir con padres e hijos, tales como el valor del ejercitar una y otra vez la tolerancia y la paciencia; el tiempo que han de dedicarse; las muestras de cariño, de afecto, de ternura y de gran respeto; el agradecimiento mutuo y el amor. También el valor de la oración en familia y la celebración de la fe”. Actas del Consejo General, 424, pág 37.
Un gran paso en el fortalecimiento de la familia como estructura social sólida es trabajar para hacer realidad el eslogan o principio guía del Aguinaldo 2017: que cada núcleo familiar sea de verdad ese foco o fuente de afecto, de tolerancia, de apoyo y crecimiento en valores, en el que cada integrante aprende a crecer como persona, a respetar y respetarse, a servir, agradecer, colaborar y obedecer, a aceptar límites y normas, a celebrar la vida y el amor a Dios, a tomar conciencia de que es parte de una sociedad, cuya primera célula está constituida por su familia.
La familia, primer lugar de crecimiento, de aprendizajes y desaprendizajes en la historia personal, juega un papel tan fundamental, insustituible, que hace que ni eltrabajo ni el dinero, ni los estudios, ni los negocios, ni las más cotizados bienes materiales se le pueden comparar, puesto que al final de la vida todo se termina, y sólo permanece la unión familiar como la auténtica y mejor riqueza.
“Volver a comprender el sentido último de la vida y sus valores fundamentales es el gran e importante cometido que se impone hoy día para la renovación de la sociedad”. Juan Pablo II, Familiaris consortio, 8.
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