Miembro de la Familia Salesiana aporta a la reintegración de excombatientes en el Eje Cafetero



Entrevista por: Sr. Andrés Felipe Loaiza, SDB.
Es importante “reconocer que hay personas en el proceso de reintegración que también son víctimas del conflicto armado, por el haber sido reclutados desde niños, y también por todo lo que les ha tocado vivir en el conflicto, sobre todo en el caso de las mujeres”, son las palabras de Carlos Ariel Soto Rangel, ex-salesiano que ahora es el Coordinador de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) en el Eje Cafetero.
Le contó al Boletín Salesiano de Colombia aspectos de su labor en la ACR, su experiencia con Don Bosco y sus perspectivas de lo que se viene haciendo en torno a la Paz.
Debemos partir de lo básico, ¿Qué es la ACR?
La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) es una agencia adscrita a la Presidencia de la República y que ha tenido como misión impulsar el retorno de la población desmovilizada a la legalidad de forma sostenible, contribuyendo a la Paz, la Seguridad y la Convivencia Ciudadana. Esta tarea la viene adelantando hace 13 años bajo un modelo humanista que ha acogido desmovilizados no sóo de las autodefensas sino también de las guerrillas, bajo un modelo que no es ilimitado porque dura 6 años y medio, condicionado al cumplimiento de cada una de las metas.
¿Qué cobertura o incidencia tiene la ACR?
La ACR tiene cobertura nacional, con 34 oficinas Regionales en 28 grupos territoriales del país, atendiendo en estos 13 años a más de 49.328 personas que ingresaron voluntariamente al programa. 14.697 de ellas ya culminaron el proceso, después de agotar su ruta de reintegración y se encuentran ejerciendo autónomamente y en la legalidad su ciudadanía. Esto refleja que el proceso de reintegración no es una ruta homogénea sino que se realiza en el territorio y que junto a un ejercicio de corresponsabilidad con alcaldías, gobernaciones y empresas privadas, damos respuesta a la construcción de Paz en el territorio, pues la reintegración no sólo la hace la ACR, sino que es de la mano de todos.
¿Qué aportes te dio el ser salesiano para la labor que desempeñas hoy en busca de la Paz?
En la Agencia llevo 6 años, pero antes de emprender tan hermoso reto tuve la posibilidad de conocer el Carisma Salesiano y compartir de cerca la espiritualidad de Don Bosco y su método educativo: el Sistema Preventivo. ¿Por qué hago esta referencia? Porque gracias a esto pude entender que en esta labor, que es una garantía de no repetición del conflicto armado y que requiere un enfoque de reconciliación, es necesario tener en cuenta varias cosas: la primera, que la ACR al igual que Don Bosco responden de manera concisa a los problemas sociales, apostando por la reconstrucción del tejido social, haciendo una apuesta humanista que tiene como base la apertura del corazón, la confianza, la esperanza y la fe, una fe en que se puede transformar y aportar a un mundo mejor.
Segundo, ambas se alejan y luchan contra la estigmatización de las personas. Educar salesianamente y reintegrar en medio del conflicto que no termina, implica descubrir la bondad de cada ser, a través de su mirada, de su temor, descubrir sus fortalezas y develarlas frente a ellos; por eso reintegrar o educar salesianamente requiere de asumir el reto como una vocación, convirtiéndose en un compañero de aventura y trazándose rutas que lleven a la paz y la reconciliación.
Tercero, tanto el Sistema Preventivo como la tarea de reintegrar están fuera de prácticas asistencialistas. Ambas buscan crear y dar herramientas a sus destinatarios, permitiéndoles empoderamiento desde un trabajo personal, desde una pedagogía de la confianza y del amor, que premie el cumplimiento y las transformaciones humanas, en procesos a mediano y largo plazo.
¿Qué acciones está desarrollando la ACR en pro de la Paz?
Tendría que comentar varias. Lo primero, que es una garantía de no repetición. La ACR brinda una ruta de atención en ocho dimensiones: personal, educativa, familiar, habitabilidad, seguridad, salud, ciudadanía y productividad. Con ellas los excombatientes se trazan un plan de trabajo como guía y faro para retornar a ser ciudadanos en la legalidad.
También habría que decir que 26.825 personas en proceso de reintegración han participado en acciones comunitarias a través del servicio social en el 50% de los municipios de Colombia: recuperando, embelleciendo, compartiendo conocimiento con personas vulnerables, realizando una reparación simbólica a la sociedad y a las víctimas del conflicto armado que son el centro de la reintegración. Todo lo anterior nos ha permitido ser un referente mundial que ha garantizado que el 76% de las personas en proceso de reintegración, se mantenga en la legalidad, cifra arrojada por un estudio independiente realizado por la Fundación Ideas para la Paz - FIP y la Universidad de Columbia en el 2014. Ha garantizado también que 21.856 personas en proceso de reintegración hayan aprobado la primaria, 8.051 la secundaria, 14.734 sean bachilleres y 2.754 hayan accedido la educación superior, a corte de septiembre de 2016.
¿Qué nos puede decir de la iniciativa “Mambrú no va a la Guerra”?
La ACR ha comprendido que debe preparar a las comunidades receptoras de las personas que se desmovilizan. Eso nos ha permitido fortalecer procesos comunitarios a través de esas intervenciones y que en torno a ellas se gestan varios propósitos, como el generar las capacidades instaladas en cada comunidad, partiendo de sus necesidades surgidas de un diagnóstico participativo. Este modelo de participación comunitaria nacido en el 2007, y sus intervenciones, arrojan hacia el 2010 que uno de los temas importantes a trabajar es la prevención del reclutamiento de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en muchos de estos barrios, y es allí donde nace la estrategia “Mambrú no va a la Guerra”, que busca prevenir el reclutamiento infantil y fortalecer y crear entornos protectores para ellos, a través del apoyo en temas lúdicos, deportivos y artísticos. Desde el 2010 se han realizado 93 intervenciones, beneficiando directamente a más de 4000 niños y niñas en 35 municipios y cuatro localidades de Bogotá. Todo esto porque hemos entendido que atender la problemática de la desmovilización, si bien es un reto enorme, no soluciona, y hemos entendido que la única forma de aportar para erradicar las cosas que han hecho posible el conflicto armado, es evitar que nuestros niños sigan siendo reclutados.
De las más de 49.000 personas que han ingresado al proceso, un 60% cuentan haber sido reclutados siendo menores de edad, entre los 9 y los 14 años, eso ya nos da un horizonte para el trabajo, no sólo para la ACR sino para todas las instituciones, y es ahí donde encuentro un nuevo horizonte de articulación entre lo que la Agencia viene adelantando con “Mambrú no va a la Guerra” y lo que el Oratorio Salesiano viene haciendo hace muchas décadas en nuestro país.
¿Qué hace falta para la Paz en Colombia?
La Paz en Colombia tiene muchos retos, pero el central creo yo es el romper con las economías ilícitas como la minería ilegal, el narcotráfico, el contrabando… porque con ellas financian el conflicto y sirven de trampolín para reclutar a través del engaño y la necesidad a muchas personas en lugares donde se carece de la institucionalidad y del Estado. Creo que también es importante y se requiere urgentemente el tema de la reconciliación, una donde sea innegociable la verdad, la justicia y la reparación; una reconciliación donde se abandone la estigmatización a las personas y se les reconozca como humanos que tienen la intención de hacer la Paz.
Es el reconocer que hay personas en el proceso de reintegración que también son víctimas del conflicto armado, por el haber sido reclutados desde niños, y también por todo lo que les ha tocado vivir en el conflicto, sobre todo en el caso de las mujeres, donde se ve el aborto forzado, las violaciones… y donde es necesario que ellos superen el estrés postraumático dejado por la guerra, para que puedan cualificarse y convertirse en “Honestos Ciudadanos”.
Para la Paz se requiere entender que no es un proceso que se finaliza con el acuerdo con un grupo armado ilegal. El conflicto armado es la quinta causal de muerte en nuestro país, aquí muere mucha más gente por riñas callejeras, por la mala atención en salud, por fronteras invisibles, por accidentes de tránsito… y todo lo anterior nos demanda crear serios esfuerzos en educación, en equidad social y en resolución asertiva de los conflictos, y gran parte de eso se gesta en la familia, he ahí nuestro campo de acción para transformar nuestro país. Un país que viene reintegrando, atendiendo a las víctimas, devolviendo tierras, reconstruyendo memoria en medio de las balas, en medio del conflicto, y eso es una particularidad que nos hace únicos en el mundo, pero que es la base institucional que nos da la esperanza de soñar con un país mejor, un país en Paz.
¿Qué podrías decir de la Expresión Don Bosco y la Paz?
Realmente sin ser muy pretencioso, yo creería que si Don Bosco estuviera vivo y si tuviera que actualizar un campo de acción para el Sistema Preventivo y un campo al interno de los Salesianos, creo que se va por muy buen camino, en tanto que la Congregación Salesiana en Colombia viene atendiendo a los desvinculados del conflicto armado a través de un convenio con el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), creo que allí los Salesianos han entendido también que el Sistema Preventivo es no solamente la atención de los chicos pobres o de la calle, sino la atención a aquellas otras vulnerabilidades que enfrenten nuestros jóvenes, y una de las vulnerabilidades actuales en nuestro país es el reclutamiento infantil y soy testigo que los Salesianos vienen desde hace algunos años dando respuesta a ello.
Creo por otro lado, que un gran reto para los Salesianos en Colombia es poder seguir visibilizando todo lo que hacen en sus oratorios y centros juveniles y poder decirle al país y a la sociedad que realmente no hay que construir cosas nuevas, que solo hay que mirar y comprender las buenas prácticas de Paz que mucha gente viene haciendo en medio del conflicto. En este país se viene haciendo posconflicto hace muchos años… Y es la posibilidad de que la Congregación pueda brindar esas herramientas para la construcción de un mundo mejor, de una Colombia mejor, desde allí, desde lo que Don Bosco enseñó.
Otro reto grande para los Salesianos es el seguir articulándose con otras entidades del Estado para dar respuesta a estos fenómenos que demandan muchas manos para poder construir una Colombia mejor.

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