LA PAZ es posible




Por. Mons. Camilo Castrellón Pizano, SDB
Obispo de Barrancabermeja




No podemos olvidar que estamos frente a una tragedia y conflicto de alta intensidad pues se trata de un evento gravísimo de persistente confrontación humana que ha causado muerte, destrucción, sufrimiento extremo, desarraigo masivo, despojo y anomía institucional a gran escala y por muchos años1.



Yo estoy convencido que la paz es difícil y que la paz es posible y tenemos que apostarle es a la paz; tenemos los recursos internos y externos para construir un país de todos, igualitario, justo, incluyente, fraterno.


Desde nuestra fe en el Señor Jesús, estamos convencidos que la paz es un don de Dios confiado a los hombres y este jamás está dispensado de su responsabilidad de buscarla y de esforzarse por establecerla a través de esfuerzos personales y comunitarios a lo largo de la historia. El don de la paz es siempre, a la vez, una conquista y una realización humana, porque es propuesto al hombre para ser recibido libremente y puesto en práctica progresivamente con su voluntad creadora2, que se expresa de múltiples maneras y privilegia el diálogo en su compromiso por hacerla realidad.

No se puede llegar a una paz estable como fruto de un final con vencedores y vencidos. La paz impuesta por las armas ha de ser desechada con firme decisión, porque quien ha sido vencido y humillado, es, en cierta medida, un daño real inmediato también para el vencedor3. La historia está llena de ejemplos de cómo en la firma de la paz de los vencidos, ya está inscrita la continuación de un conflicto más feroz. Sin el diálogo la paz nunca será posible. 

Consideramos que el diálogo exige la comprensión hacia el hombre. 

• Pablo VI hacía notar que: “Antes de hablar es necesario no solamente escuchar la voz del
hombre, sino también su corazón”4.

• El diálogo es, además, un medio para buscar la verdad. Él rompe los prejuicios y las
barreras artificiales.

• El diálogo, dice Juan Pablo II, lleva a los seres humanos a un contraste mutuo como miembros de la única familia humana con todas las riquezas de su diversidad cultural e histórica.

• Se necesita un cambio de actitud, una conversión interna que impulse a las personas a promover la fraternidad universal y el diálogo debe ayudar a este objetivo5. 

Así como el diálogo es el camino para una paz estable, la violencia, por el contrario destruye lo que pretende crear, tanto cuando pretende mantener los privilegios de la sociedad, como cuando intenta imponer las transformaciones necesarias6.

En este aquí y ahora de nuestra historia estamos convencidos que la paz es posible. Por eso: Creo en la posibilidad de cambio de victimarios, porque en el fondo de cada ser humano hay un destello de bondad y la posibilidad de escuchar la propia conciencia que dice haz el bien y evita el mal.

Creo en la fortaleza del pueblo colombiano que ha resistido los dolorosos tiempos del pasado y hoy mira y se organiza para vivir etapas nuevas de la historia de Colombia.

Creo en un país que es tolerante, respeta las diferencias religiosas, sociales, políticas y económicas de los demás y permite expresarlas libremente. Creo en la reconciliación como un proceso que nace de la iniciativa de Dios y puede corroborar y ofrecer sólido fundamento de que la reconciliación comienza por las víctimas. La experiencia de la misericordia y el amor de Dios dan la fortaleza y el coraje necesarios para tender nuevamente la mano con confianza y reparar los estragos causados por la mentira7.

Creo que siempre el bien triunfará. Don Bosco vivió la conciencia de la presencia de la Virgen Auxiliadora, La Virgen de los tiempos difíciles. Que ella, como Madre y Maestra nos guíe en el sueño de tantos años del pueblo colombiano: HACER POSIBLE LA PAZ.


1. Morales Jairo, ¿Qué es el postconflicto? Colombia después de la guerra, Ed. Ediciones de Colombia, Bogotá, 2015, pág. 67
2. Juan Pablo II, Jornada Mundial por la Paz, 1982, La paz, don de Dios confiado a los hombres, No. 289
3. Cfr. Pablo VI, El Desarrollo de los Pueblos, n. 76
4. Cfr. Pablo VI, Ecclesiam Suam n. 80
5. Cfr. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1985
6. Juan Pablo II, Discurso a los obreros en Sao Paulo, Brasil, 3 – 7 - 1980
7 .Scheiter Robert, Violencia y reconciliación, Ed. Sal Terrae, Santander, 1992, págs. 68 y 69




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